Antes de nada, es importante resaltar la higiene de los cepillos. Independientemente del tipo seleccionado, es fundamental establecer una rutina y lavarlos de forma periódica para evitar que acumulen suciedad y perjudiquen el manto del animal.

Ahora sí, a la hora de cepillar el pelo del perro recomendamos hacerlo siempre en la dirección del manto. Por otro lado, en los perros de pelo largo, podemos humedecer primero el manto con un acondicionador o producto especial para ellos y, tras el cepillado, secarlo.

Si tu peludo se muestra inquieto o nervioso, prueba de relajarlo primero mediante masajes y, sobre todo, procura relacionar los cepillos y el momento con estímulos positivos. Forzar al animal a quedarse quieto mientras lo cepillas solo provocará en él más miedo y rechazo, por lo que, incluso, puede desencadenar una actitud agresiva si se siente muy amenazado. Y si no sabes cómo manejar la situación, no dudes en acudir a una peluquería canina cualificada y de confianza.